martes, 16 de noviembre de 2010

mediodía














Sentada en un café, dejo el lápiz vagar por el papel mientras miro a través de los cristales.

Las gotas de lluvia emborronan los charcos que hace un momento reflejaban el pasar de las nubes.
Exactos círculos concéntricos. Conjuntos disjuntos.

Las voces se amontonan salpicadas del chirriar de la cafetera, el tintineo de vasos y tazas.

Fuera los paraguas se cierran, los pasos se apaciguan. Vuelven las nubes a los charcos.

Regreso la mirada al papel, delante de mí.
Sin querer, he dibujado un mapa.
Me pregunto a dónde lleva.

Apuro el vaso, me pongo el abrigo, el sombrero. Busco las llaves.

Es hora de partir.

viernes, 29 de octubre de 2010

la fragilidad del azar

martes, 21 de septiembre de 2010

lunes de sol y amor














Esta mañana, al entrar en la cocina, me encontré con un mensaje en la pizarra nueva:

" LUNES DE SOL Y AMOR"

Maya, mi hija de seis años, sonreía escondiendo un rotulador en la espalda. "Es que hoy es lunes y hace sol, mami, y seguro que estará lleno de amor. ¡Mira!" -dijo abrazándose a mi cintura.

Y sí. Hoy fue lunes todo el día. El sol tiñó la ciudad con reflejos dorados. Y habría podido llenar un frasco entero de amor que me durase varias semanas.

Igual es mágica, la pizarra nueva. Ojalá.

martes, 24 de agosto de 2010

mostrar


En la memoria hay palabras que no se pueden decir. Duran, y hacen mal y hacen bien, como un caballo loco. Correr por esos campos sin tapar los ojos del recuerdo para que se detenga. Respetar el deseo que no fue. Contestarse con nada y mostrar valor ante el desastre.
Juan Gelman

miércoles, 4 de agosto de 2010

distancias

Esta mañana me castigaron, de cara a la pared.

Abrí los brazos en cruz, instintivamente, con una sabiduría antigua. Me colocaron un libro de geografía en cada brazo.

Pesan los kilómetros.

viernes, 30 de julio de 2010

llave

La trapecista guarda, junto al trapecio, una caja
The box, unlike others, has a key.
En ella guarda sus tesoros más preciados: momentos, pequeñas cosas que la hicieron feliz.

Hace tiempo perdió la llave. Quedó enterrada bajo la arena de la pista, ese paisaje cotidiano que cambia cada tarde. Pensó que alguien la encontraría. Al fin y al cabo, Marcel la barre lentamente cada tarde en busca de objetos arrojados por padres negligentes y niños traviesos. Los caballos, las piruetas de los acróbatas, la capa del mago... la arena se mueve sinuosa, dibujando símbolos extraños. Pensó que aparecería.

Pasan las noches. La trapecista olvida la existencia de la llave, de la caja.

Cuando baja del trapecio, camina de puntillas.

sábado, 17 de julio de 2010

me senté y lloré

"El miedo será un terrible zorro: me morderá las entrañas, bajo mi túnica de buen comportamiento.
Canta, canario, en la tormenta, exhibe tu orgullo amarillo. Dame una razón para la valentía o truco para ser valiente. Pero nada tangible aparece para rescatar mi asediada cordura, y no consigo descifrar el idioma del eucalipto que azota mi tejado.
(...)
Luna, luna, álzate cielo arriba, recuérdame el consuelo, recuérdame que fui valiente alguna vez".

"En Grand Central Station me senté y lloré" de Elizabeth Smart, editorial Periférica.

lunes, 12 de julio de 2010

unexpected


Caminamos desorientados porque desconocemos el camino, el destino, porque nos rodea la niebla densa del miedo y la desesperanza, del recuerdo y del olvido.

Un día, cansados de dar vueltas aparentemente en círculos, nos quedamos quietos y en silencio. Al principio, los latidos acelerados de nuestro corazón invaden nuestros oídos, nuestros pensamientos. Poco a poco conseguimos abrir los ojos. Descubrimos, entre la bruma, un atardecer, un puente sobre el mar, los ladridos de las gaviotas y los perros, los juegos de los niños, el silbido del viento.

Y echamos a andar, sólo por el placer de oír el rumor de nuestros pasos sobre el suelo empedrado.

Una ilustración de Natalia Zariategui.

viernes, 25 de junio de 2010

callarse

¿Cuántas palabras no dichas?
¿Cuántas enterradas por creerlas inoportunas?
¿Cuántas silenciadas, por egoístas?
¿Cuántas ahogadas para no herir?
¿Cuántas escondidas tras el miedo?

No puedo contarlas:
se desbordan.

Toca romper el silencio, o mudarse de casa.

miércoles, 16 de junio de 2010

el origen

Existe un momento cada día en el que mi cerebro alcanza su máximo rendimiento creativo. Ocurre justo al despertarme, cuando empiezan a disiparse las brumas del sueño.

Es un amanecer lento, el mío. Mi cuerpo tarda en reaccionar. Quiere acurrucarse bajo el edredón, como si temiera enfrentarse al mundo. Especialmente cuando llueve o hace frío.
Poco a poco consigo desperezarme y obligarme a la rutina: despertar a los niños con leves cosquillas, ayudarles a elegir su ropa, meterme en la ducha mientras se visten.
Y entonces llega el momento mágico, como si este no pensar automático fuera el caldo de cultivo ideal. Una idea se abre paso, seguida de otra y otra más. No las puedo controlar, mi voluntad aún está dormida. Salen a borbotones, y tengo que conformarme con intentar atraparlas para que no se escapen.
A veces, cuando sospecho que lo harán irremediablemente, las escribo con el dedo sobre el vaho que se forma en la mampara, con la esperanza de poder recordarlas más tarde.
No siempre lo consigo.

lunes, 14 de junio de 2010

en mi circo

Bajo la carpa donde me sueño, donde cuelgo mi trapecio a una altura imposible, no hay un número de circo de pulgas.
En su lugar, la domadora intenta amaestrar nostalgias imposibles.

miércoles, 9 de junio de 2010

Grief

Leave Me from Daros Films on Vimeo.

martes, 8 de junio de 2010

el misterio de Samare


Samare

Sylvia Filus | MySpace Music Videos

domingo, 6 de junio de 2010

vestirse de domingo

Hoy había que vestirse de domingo.

Eso había dicho mi abuela cuando nos fue llamando, uno a uno, casa por casa, durante toda la semana. "El domingo es la fiesta. La niña quiere vestirse de asturiana, le hace mucha ilusión. Vendrán todos."
Hay que conocer a mi abuela, saber leer lo que quiere decir detrás de lo que dice. En realidad, nadie quiere ir, pero tiene razón: iremos todos. A la niña le hace tanta ilusión vestirse de asturiana como copiar cien veces las tablas de multiplicar. Y lo que ella llama "la fiesta" ...
Lo que ella llama la fiesta ocurre en realidad tres veces al año. Coincide con las tres misas importantes que se ofician en la vieja iglesia del pueblo.

La primera es a finales de septiembre o principios de octubre. Nunca se sabe la fecha exacta, ni nadie ha sabido explicarme por qué varía de un año a otro. Antes era La Fiesta, con mayúsculas. Cuando yo era pequeña, aunque ya empezaba a estar de capa caída, duraba cuatro o cinco días. Había orquesta todas las noches -aunque nadie bailaba-, juegos para los niños, campeonato de tute y parchís, y el domingo era la misa del Ramu: la presentación en sociedad de los jóvenes del pueblo, con la que soñaban durante meses. Yo escuchaba las conversaciones de las chicas a escondidas, mi amigo Chechu las de los chicos, y luego nos contábamos y nos reíamos de lo tontos que nos parecían todos. También a veces nos mirábamos azorados, imaginándonos varios años después, cuando nos tocara a nosotros. Nunca llegó a ocurrir. La fiesta dejó de celebrarse cuando cumplimos los trece.

La segunda es en diciembre, coincidiendo con la patrona del pueblo, Santa Eulalia. Esta misa es famosa por el frío que se pasa en la iglesia y porque el cura siempre se empeña en contar con pelos y señales el martirio de la santa. Dura una eternidad. Cuando era muy pequeña, me acurrucaba en el regazo de mi abuela y jugaba a mirar las velas entrecerrando los ojos intentando alargar el efecto de las llamas. Hasta que ella me decía, en un susurro: "deja ya de hacer cosas raras con los ojos". Entonces contaba los pliegues de las túnicas de los santos, o los flecos de los trajes de romanos de los murales, o las heridas del Cristo Crucificado. Según fui creciendo empezaron a interesarme las sangrientas historias de los padecimientos de la niña santa, aunque siempre me pareció un poco tonta por dejarse hacer todas aquellas cosas. Cuando tuve edad para decidir, empecé a quedarme fuera de la iglesia, con mis tíos, tomando el vermut. Aún había más miembros de la familia dentro que fuera. Ahora dentro sólo queda mi abuela. No por fe, sino por tradición.

La tercera fiesta del año coincide con las primeras comuniones. Apenas quedan niños en el pueblo que la hagan. Pero se ha corrido la voz de que con este cura con ir un año a catequesis es suficiente, y eso hace que siempre vengan niños de fuera. Un entorno bonito y librarse dos años de llevar al niño a la escuela dominical bien merecen recorrer los 15 kms hasta allí.

Hoy era esa fiesta, y había que vestirse de domingo. Ir todos juntos, hijos, nietos y biznietos a acompañarla en la procesión alrededor de la iglesia al final de la misa. A esperarla fuera para que ella pueda decir, orgullosa: "Esta es mi nieta mayor, mira qué hijos más guapos tiene". "Y esa es mi nieta, la arquitecta, que se casa este verano. Tengo otro arquitecto, pero vive en Suiza y no puede venir. Porque no puede venir, que si no, vendría." Y así nos va repasando a todos, para rematar diciendo su frase preferida. "Somos catorce a comer. Catorce. Y todavía cocino yo."

A nosotros nos revienta. Nos molesta vestirnos de domingo. Nos irrita ese desfile en el que te muestra con orgullo, donde las señoras todavía te pellizcan la mejilla como si fueras una niña y te preguntan "¿y tú de quién eres?" y te estampan besos sonoros y pegajosos. Pasado un rato mi hija me mira suplicante y me susurra bajito, para que no la oiga nadie: "¿por qué siempre soy la única niña que se viste de asturiana?" Yo le explico como puedo que es por la bisabuela. Que todas las niñas lo hemos hecho; que antes había otras niñas que también lo hacían, cuando había niñas en el pueblo. Le muestro como ejemplo de "disfraces" a las niñas de comunión con sus vestidos blancos; a las señoras del coro, con sus túnicas negras, al gaitero. Nos miro a nosotros vestidos de domingo, que es como ir un poco disfrazados. Pero no puedo decirle mucho más.

Porque cómo le explico que, simplemente, lo hacemos. Tres veces al año nos dejamos arrastrar. Lo hacemos por mi abuela. Porque queremos llegar a los noventa años como ella, con su frescura, con su ternura, con sus ganas de vivir. Lo hacemos por las historias que nos cuenta, por la fabada y el arroz con leche deliciosos que suceden a la misa los días de fiesta. Porque nos junta, a los catorce, o a los dieciséis y nos hace sentir que tenemos una familia, un lugar al que pertenecemos. Porque nos pone a saltar a la cuerda a todos: hijos, nietos y biznietos, y ella todavía lo intenta aunque hace unos años (pocos) que ya no nos gana.

Lo hacemos porque a ella le hace feliz.
Y porque siempre tenemos miedo de que esta fiesta sea la última.

martes, 1 de junio de 2010

viajando sola

Había olvidado lo mucho que me gusta viajar sola. Hacer una maleta efímera en ropa pero cargada de libros; procurarse la manera de llegar a la estación, al aeropuerto, a altas horas de la madrugada. Tiempo de espera para leer, para observar, sin la necesidad de llenarlo de palabras. Un tiempo que se estira o se enconge como un chicle, a nuestra voluntad.
Una vez en el avión o en el tren, sentarse en la ventanilla sin sentirse culpable por ello y abstraerse mirando por la ventana las nubes o el paisaje estirado y veloz, o dormirse con la boca abierta, o enfrascarse en la lectura sin miedo a que nadie se sienta excluido. Observar la coronilla de la señora de delante que se está quedando calva. Escuchar a hurtadillas la conversación de los de atrás, imaginar a qué se dedica el del asiento contiguo, por qué viaja, para qué.
Cuando el avión llega (o el tren, o el autobús) saberme libre de escoger, según mis apetencias. Una exposición, un lugar especial. Pero sobre todo poder vagar, vagar a mi antojo en busca de parques, de terrazas, de gente. Asistir a los momentos cotidianos de la ciudad, ir a comprar fruta en el mercado para comerla sentada en un banco, viendo pasar la vida. Sin obligaciones.
Y luego están los amigos: los que están y los que hacemos. Esa gente que la vida te ha ido poniendo en el camino, que forman parte de ella a pesar de estar lejos, casi siempre. Aquellos a los que puedo pasar años sin ver con la seguridad de que el cariño sigue ahí, intenso, intacto. Esas cañas, esas cenas, esos paseos de a dos o de a tres o de a cuatro que duran unas horas que luego recuerdas durante años. Y tras la despedida, de nuevo la soledad.
Una soledad donde me pienso, me repienso, escribo y me reescribo. Una soledad, como un vacío donde me puedo quedar suspendida, fuera del tiempo, para mirarme al espejo y volver a encontrarme.
Me encanta viajar sola. Me sigue gustando. No sé cómo pude haberlo olvidado.

lunes, 24 de mayo de 2010

alarmas

Cuando todo parece ir bien. Cuando parece que el camino va a ser tranquilo y apacible, un pequeño paseo. Cuando empieza a aparecer una sonrisa que aspira a la serenidad. Justo entonces se encienden las alarmas.

Comienzan bajito, apenas un ruido molesto, como el zumbido de un mosquito en una noche de verano. Intentamos apartarlo, descuidadadamente. Cuando queremos darnos cuenta de que los manotazos empiezan a ser demasiados, el sonido ha subido al volumen del despertador, ese que oímos en sueños cuando nos negamos a amanecer. Lejos de apagarse, se hace intenso como la sirena de la ambulancia, y va creciendo, creciendo, como si saltasen las alarmas de todos los comercios de la calle. Ya no podemos manotear, ni taparnos con el edredón, ni meter los dedos en los oídos, ni cerrar los ojos.

Creo que no me va a quedar más remedio que hacerles caso.

Tegan & Sara - Feel It In My Bones - A Take Away Show from La Blogotheque on Vimeo.

domingo, 9 de mayo de 2010

sueños


















hay sueños que se cumplen

incluso hay algunos que no recordábamos haber soñado hasta que se hacen realidad

la vida esconde regalos misteriosos, caminos insospechados

increíble con qué frecuencia, en la desesperación, conseguimos olvidarlo

sábado, 24 de abril de 2010

en la casa del árbol

por fin, empieza a llegar el olvido...

Split Series Priscilla Ahn - living In A Tree
Cargado por lablogotheque. - Ver los videos de música recién destacados.

viernes, 23 de abril de 2010

libros libros libros y música

Emily Jane White - A Take Away Show from La Blogotheque on Vimeo.

lunes, 5 de abril de 2010

a change of mood

A veces lo único que nos hace falta es, simplemente, cambiar de perspectiva. Y además, es primavera... ¡hagamos la mudanza!


sábado, 3 de abril de 2010

tras la ventana






hoy no llueve fuera, sino dentro












(en este caso, no conozco el nombre del ilustrador/a, pido disculpas)

miércoles, 31 de marzo de 2010

Certamente eu vou ser mais feliz

Tudo era apenas uma brincadeira
E foi crescendo, crescendo
Me absorvendo
E de repente
Eu me vi assim completamente seu
Vi a minha força amarrada no seu passo
Vi que sem você não há caminho
Eu não me acho
Vi um grande amor gritar dentro de mim
Como eu sonhei um dia

Quando o meu mundo era mais mundo
E todo mundo admitia
Uma mudança muito estranha
Mais pureza, mais carinho
Mais calma, mais alegria
No meu jeito de me dar
Quando a canção de fez mais clara
E mais sentida
Quando a poesia realmente fez folia em minha vida
Você veio me falar dessa paixão inesperada
Por outra pessoa

Mas não tem revolta, não
Só quero que você se encontre
Saudade até que é bom
É melhor que caminhar vazio
A esperança é um dom
Que eu tenho em mim
Eu tenho, sim
Não tem desespero, não
Você me ensinou milhões de coisas
Tenho um sonho em minhas mãos
Amanhã será um novo dia
Certamente eu vou ser mais feliz

Sohnos de Caetano Veloso

martes, 30 de marzo de 2010

un poema que trajo la lluvia

dentro de este silencio
de este laberinto oscuro que recorro buscando una puerta
de este bosque sin viento ni canto de pájaros
de este mar sin olas rompientes
de esta casa vacía, tan llena de cosas inútiles, sólo mías

dentro de este silencio
donde me busco
me despierto
me persigo
me detengo
me escucho
me repliego

donde me siento y pienso:
“nadie se ha muerto de amor, todavía”

dentro de este silencio
aquí
a partir de este instante
me decido:
saldré mañana

trazaré una línea infinita
de conchas y piedras recogidas en la arena
y dejaré de esperar
que salgas a buscarme.

lunes, 29 de marzo de 2010

nadie se ha muerto de amor todavía...

lunes, 22 de marzo de 2010

los pasos hacia la cordura

Han sido tantas
las horas que pasé sin detenerme
apretando el paso,
firme en la decisión de no sentirte,
que ahora
no conozco el camino de regreso
a mi pequeña casa,

a la sombra azulada de todos los momentos
que guardé entre los dientes de la risa
cuando no eras la voz de este silencio.

Ana Merino en Los días gemelos. Visor poesía, 1997


AYO - Down On My Knees (Live)[RRR] Rebel Radio Reggae

miércoles, 17 de marzo de 2010

Butterfly Circus

Me gusta el mundo del circo. No en vano, en esta otra vida paralela en la que me reinvento, escogí el oficio de trapecista. Si hubiese podido elegir, sería, sin duda, trapecista del Butterfly Circus. Si quieren saber por qué, no dejen de ver este cortometraje.



sábado, 6 de marzo de 2010

siento que voy alejándome

Siento que me voy alejando, que voy saliéndome poco a poco, de esta realidad de las mañanas y las tardes y voy entrando en un mundo que estoy construyéndome con mis deseos y mis ansiedades y todas las cosas reprimidas que empiezan a querer salirseme y que me empujan, casi sin darme cuenta en la incertidumbre, allí donde deberé quedarme sola, donde me da miedo ir porque sé que tendré que asumir toda la responsabilidad del haberme dado cuenta, del saber que no todo es aire y agua y apan y leche y que hay algo más que nos rodea, que está en la atmósfera, que nos persigue y espera para envolvernos en esa belleza dolorosa que quisiéramos compartir y acercarla a los demás pero que, al contrario, nos aleja, nos hace sentirnos irreales, diferentes, como que acabáramos de nacer a un mundo que no conocimos hasta entonces o como que hubiésemos llegado de la estrella más cercana o de la más lejana y estamos abiertos totalmente a las hojas, al ruido, sintiendo derramarse la vida, sintiendo que nos acercamos a esa, la verdadera realidad, aunque todos crean lo contrario y nosotros no podamos explicárselo.


Gioconda Belli, en El ojo de la mujer

lunes, 1 de marzo de 2010

la cueva

Hace ya bastantes años -como quince- yo tenía un programa de radio llamado La Cueva. Cuando entré en lo que ahora llamarían la preadolescencia, y me hice fan de los cuarenta principales, como correspondía, jugaba a ser locutora, grabando la presentación de cada una de las canciones que grababa en una cinta, para luego escucharlas una y otra vez.
Así que cuando empecé en la universidad y me enteré de que buscaban gente para una radio libre, yo me presenté voluntaria. Me dieron una hora muy apropiada para mi programa: un lunes a las cuatro de la tarde. Apropiada para escuchar poesía y música de cantautor -básicamente el contenido de mi programa. Estoy segura de que mis pocos oyentes lo utilizaban en sustitución de los documentales de la 2.
Hice el programa durante cinco años. Cuando rodé un poco, me pasaron a la noche. Y allí me iba yo, con mis libros de poesía y mis discos, con una pequeña lámpara que enchufaba en la pecera para darle un aire más íntimo, a imaginarme que le leía a la noche. No lo hacía mal, pero cuando escucho las grabaciones se me suben los colores.
Alguien me comentó el otro día que le gustaba la estructura del blog, esa mezcla de textos, imagen y música. Y de repente, caí en la cuenta de que en realidad estaba imitando la estructura de La Cueva: buscar la música que acompaña a cada poema.

La memoria es algo extraño. Olvidamos cosas que fueron importantes para nosotros. Recordamos otras que no lo fueron tanto.

Tengo un amigo que me recuerda recitando versos de Blas de Otero: "horror a manos llenas". Y se recuerda a sí mismo riéndose de ello con sus compañeros de instituto. Yo, sin embargo, que adoraba al poeta y me emocionaba leyéndolo, que sentía que La Cueva era una parte importante de mi identidad, lo había olvidado.

y como no podía ser de otra manera, Silvio acompaña esta entrada, como me acompañaba entonces a cada paso


viernes, 26 de febrero de 2010

angustia

En una oscura cuchillería de la calle Ayacucho, pregunté cuánto costaban unas tijeras para cortar la angustia:
-Cuatro arañas de hoja de banano- contestó el armero.
Me parecen caras. Sigo con la angustia.

Saúl Yurkievich, Trampantojos.

jueves, 18 de febrero de 2010

balada de lo que no vuelve

(...)
Van andando los días a lo largo del año
¿En dónde estás?
Me crece la mirada
Se me alargan las manos
En vano la soledad abre sus puertas
Y el silencio se llena de tus pasos de antaño.
Me crece el corazón.
Se me alargan los ojos
Y quisiera pedir otros ojos
Para ponerlos alí donde terminan los míos
¿En dónde estás ahora?
(...)
Y no hay remedio
Andan los días en tu busca
A qué seguir por todas partes la huella de sus pasos
El tiempo canta dulcemente
mientras la herida cierra los párpados para dormirse.
Me crece el corazón
Hasta romper sus horizontes
Hasta saltar por encima de los árboles
Y estrellarse en el cielo.
La noche sabe qué corazón tiene más amargura.
(...)

Vienen otras miradas y otras voces
Viene otra agua en el rio
Vienen otras hojas de repente en el bosque
Todo es otra cosa
Nada vuelve
Se fueron los caminos
Se fueron los minutos y las horas
Se alejó el río para siempre
Como los cometas que tanto admiramos

Desbordará mi corazón sobre la tierra
Y el universo será mi corazón

Vicente Huidobro


sábado, 13 de febrero de 2010

fronteras inútiles

un lugar
no digo un espacio
hablo de
qué
hablo de lo que no es
hablo de lo que conozco

no el tiempo
sólo todos los instantes
no el amor
no

no

Alejandra Pizarnik. La extracción de la piedra de la locura.

sábado, 30 de enero de 2010

sueño

Nos juntó un sueño.
En el sueño rodábamos
como en el prado fresco.

¿Nos juntará la vida
como el sueño?

En el sueño reíamos
al sol naranja, agrio
en los ojos, húmedo en las sienes.

Rodaba el sueño
y nosotros rodábamos
en el verde increíble
del prado.

Xavier Villaurrutia

viernes, 29 de enero de 2010

Madame Amulette (la vidente)


Madame Amulette presagió que se quedaría sin poderes. Y así fue.

Al igual que siendo niña predijo que iba a ser vidente antes de que lo fuera.
Ahora madame Amulette no puede leer en ninguna mano las líneas del futuro, pero ha aprendido a leer entre líneas el presente.

Cuentos pulga, de Riki Blanco. Barcelona, Thule, 2007

miércoles, 27 de enero de 2010

el ritmo del invierno

A pesar de vivir en la ciudad, mi niñez estuvo marcada por los ciclos del campo: las estaciones, las tareas, las cosechas. Cada viernes por la tarde, mi abuela nos recogía a mi hermano y a mí para llevarnos a su aldea. El autobús no llegaba hasta allí -sigue sin hacerlo- y debíamos caminar unos tres kilómetros en la oscuridad hasta llegar a casa. Durante el trayecto mi abuela nos contaba cuentos. Siempre llevaba una bolsita con gominolas para los momentos de flaqueza.
El sábado y el domingo transcurrían jugando en libertad entre quehaceres: ordeñar y cepillar las vacas por las mañanas, llevar en la carretilla los bidones de la leche hasta la carretera, yendar las vacas hasta el prado y de regreso a casa, sembrar o cosechar dependiendo de la época del año. En julio, además, estaban los quince días en que segábamos, recogíamos y almacenábamos la hierba. En otoño, apañábamos la manzana.

Con el paso de los años, a medida que mis abuelos se han ido haciendo mayores, las tareas se han ido reduciendo mucho: quedan los manzanos, un pequeño huerto y las gallinas de las que nunca quise ocuparme porque me picoteaban los pies. Aun así, permanece el ritmo que marcan las estaciones: ahora, en estos meses de invierno y quietud, toca preparar la tierra, sembrar, e imaginar la primavera: el color de las flores de los cerezos, el sabor de los primeros guisantes comidos a escondidas entre los surcos.

Toca pues mirar hacia adentro: abonar, sembrar, regar, imaginar. En ello estoy.



me gusta esta grabación antigua en vinilo;
además de ser perfecta, esta suite de Bach me recuerda al invierno

lunes, 25 de enero de 2010

sigo soñando (a pesar de todo)

martes, 19 de enero de 2010

despedidas y reencuentros

Viajar.

Más allá de moverse de un lado a otro, de conocer una ciudad nueva o reconocer una que ya transitamos; más allá de conocer gente interesante o reencontrarse con viejos amigos.
Viajar es una pausa. Un momento suspendido, inmóvil, en medio del caos de lo cotidiano. Un instante para pensarse y repensarse, para mirarse en otros espejos, para construirnos a través de las palabras que compartimos, de los pasos que recorren calles desconocidas, parques ajenos.

Viajar. Ahora, en el momento en el que me despido, rompo, recomienzo. Una pausa para reencontrarse, antes de empezar a caminar, de nuevo.

Una ilustración de Juan Palomino

miércoles, 13 de enero de 2010

enamorá de la vida, que a veces duele...

domingo, 10 de enero de 2010

la nieve era una fiesta

La casa amanece cubierta de nieve. El paisaje blanco, limpio. Un silencio profundo, surcado por el ladrido de los perros. Salgo a caminar. La nieve recién caída cruje, bajo mis pies: "criiik criik". Quizás la soledad es esto. Blancura, silencio roto, crujidos.

Camino hacia la casa de mi abuela. La encuentro agachada en el patio, rodando bolas de nieve para hacer un muñeco. Se sonroja. "Pensarás que estoy loca". Yo sonrío. Meneo la cabeza. Pienso que es afortunada. Pienso que es capaz de ilusionarse cuando nieva, a sus noventa años, y disfrutar haciendo un hombre de nieve. Pienso si yo seré capaz; últimamente la tristeza me pesa tanto que me cuesta sonreír.

Cuando me doy la vuelta para buscar una rama, me tira, juguetona, una bola de nieve. Yo se la devuelvo, y acabamos corriendo, entre risas, empapadas, con la nariz roja y los ojos brillantes. De repente, la vida se convierte en una fiesta. La tristeza no existe.


viernes, 8 de enero de 2010

so goes another winter slowly

No me importaría que esto ocurriera en mi librería...

"So goes another winter slowly, hands in the pockets of my coat...

... Tell me the season is almost over...

...I can wait I can wait I can wait!"

domingo, 3 de enero de 2010

I´m going some place...